miércoles, 5 de octubre de 2011

Copiapó y la Pregunta Urbana: Desarrollo, Inversiones e Impacto Ambiental

Copiapó: la Pregunta Urbana (Parte I): Ciudad, Desarrollo y Sustentabilidad
Por: Francisco Astudillo Pizarro
Resúmen: No necesitamos más inversión en Copiapó en los términos actuales, esa inversión no genera valor y tiene importantes impactos ambientales y urbanos. Lo que necesitamos es transitar a un nuevo modelo de desarrollo tanto productivo como urbano.
A propósito de varias situaciones he vuelto a proponerme reflexionar en torno a lo urbano, muy importantemente a propósito de la “I Jornada de Reflexión Urbana” que como parte de la consultora CIEPPS organizamos en conjunto a la Corporación para la Competitividad e Innovación para la Región de Atacama (CCIRA) y que podremos finalmente luego de algunos intentos previos realizar el día miércoles 12 de octubre a las 09:30 hrs en el salón Jotabeche de Copiapó. Naturalmente dejo la invitación hecha a través de ésta tribuna, los esperamos a todos ese día. Bueno enrielando nuevamente a propósito de ésta actividad que busca generar una instancia de discusión sobre algunas de las muy diversas problemáticas de lo urbano para los contextos locales de nuestra región.
También a propósito del impacto mediático que ha tenido la reciente emisión del reportaje “La Guerra del Agua” Realizado por Patricia Venegas periodista de Informe especial, reportaje que ha potenciado una discusión muy necesaria sobre la crítica situación hídrica en nuestro valle, discusión que porcierto habíamos estado levantando desde hace algún tiempo en paralelo a una serie de agrupaciones y copiapinas y copiapinos obviamente sin la difusión mediática que el reportaje logro. Volviendo a lo temático creo que éste último fenómeno (la crisis hídrica) está muy estrechamente ligado a uno de los problemas urbanos que tenemos ad portas que es las nuevas inversiones que se vienen en la zona y que traerán consigo impactos tanto urbanos como ambientales.
En ese aspecto la pregunta urbana puede abordar fuertemente aspectos como el anteriormente comentado en relación a las inversiones que se vienen y su impacto futuro, lo mismo puede hacernos cuestionarnos sobre el presente y sobre nuestra historia, introduciendo la mirada histórica en la pregunta urbana. Creo de una relevancia imprescindible el trabajo en torno a una mirada hacia el “nosotros”, una pregunta sobre quienes somos y quienes hemos sido en el interés de un Ethos local, lo pienso imprescindible para una comprensión de la ciudad como construcción histórica y cultural atravesada por dimensiones económicas, políticas y culturales a través de nuestra historia y que expresan muchas claves incomprendidas para la comprensión nuestro presente y de nuestro futuro.
La pregunta urbana presupone que la ciudad y muchas de sus dimensiones intersectantes y contradictorias son ya consideradas un problema sobre el que reflexionar, creo que eso aún no se ha logrado por lo que varias de las actividades en las que personalmente me he involucrado durante éste año tienen en parte la pretensión de contribuir a la pregunta urbana. La tesis es simple y sugiere que la emergencia de la pregunta urbana ayudaría a convertir en problemas de reflexión muchos fenómenos por ahora invisibles a la reflexión y que aún en los casos excepcionales en los que si se han constituido (o pre constituido) a veces son aislados y no son tratados en una integración de alcance global, en ese sentido la ciudad y lo urbano podría funcionar como un integrador de éstas segmentaciones aisladas sin mayor conexión, ayudan a dar un sentido de relato. La pregunta urbana puede servir en esa dirección. Más allá de que la tesis sea coherente o no lo cierto es que lo urbano no es tema, no es problema de interés más que para unos cuantos técnicos y algunos ciudadanos más activos, espero que la I jornada de Reflexión Urbana contribuya en esa dirección.
Bueno entrando en materias de reflexión me interesa contribuir en algo a lo que llamo la pregunta urbana desde un doble comportamiento, a saber desde una posición y una mirada que puede ser categorizada como voluntarista y simultáneamente desde una posición más analítica y racional. Con el voluntarismo me expongo y con la argumentación defiendo a la primera o inversamente justificare analíticamente lo que puede ser calificado como un argumento voluntarista… que es sencillamente afirmar de que no necesitamos más inversión en los términos que han gobernado nuestro hasta ahora agotado modelo de desarrollo.
Primero comienzo por problematizar la situación y la quiero relacionar directamente con la problemática hídrica a propósito del reportaje y de otras actividades realizadas por distintos actores de la comunidad local durante éste año, creo que ésta argumentación de la definición del diagnóstico servirá como una posición analítica y racional, por tanto dejo para el final mi juicio voluntarista que sucederá a los argumentos que pueden defenderlo.
Simplificadamente mi diagnóstico es aproximadamente como sigue. Estamos en una región en la que dos áreas industriales dan identidad económica a la región como lo son la minería y la agroindustria del monocultivo de la uva, nuestro modelo de desarrollo es básicamente la extracción de materias sin valor agregado y con un evidente impacto urbano y ambiental, en lo urbano debido a que significan el arribo de significativas poblaciones flotantes y permanentemente transitorias que significan un crecimiento demográfico y un encadenamiento inmobiliario, el aumento en el parque automotriz y una tendencia a la metropolitanización de Copiapó; mientras que en términos ambientales ambas industrias consumen promediando datos de diversos estudios por sobre un 70% de los recursos hídricos de la cuenca por lo que la inversión necesariamente nos deja sin agua. Además y muy relacionado, mayor inversión aumenta la demanda de energía, energía que no puede en el estatus quo actual ser cubierta por lo que lleva a las autoridades políticas y a los grupos de poder a imponer nuevos proyectos de inversión energéticos como las muy discutidas termoeléctricas (punta de Choros y Castilla pueden servir de ejemplos en ese sentido) con el consiguiente impacto ambiental sobre áreas de nuestra región dando cuenta de un circuito de desarrollo y productivo en los que no hay espacios para la sustentabilidad ambiental y un desarrollo local sustentable y en el que los costos de la inversión es en importantemente asumido por el medio ambiente
En términos de desarrollo, éste es medido unidimensionalmente en términos económicos y materiales dejando de lado otras dimensiones si nos concentramos en la formación y el empleo ambas industrias no crean empleos que generen valor agregado ni tampoco una cadena de innovación más bien incentivan lo contrario, de ésta forma vemos como el comercio y otros servicios sin valor agregado son las áreas que mas han crecido en la región y en Copiapó en particular. Esto se entiende ya que las “dos Industrias” incentivan determinadas formas de intercambio y de servicios (en encadenamientos productivos) además del empleo directo de éstas industrias dentro del cual tenemos un alto componente estacional en la industria del monocultivo de la uva, empleo al que además de la estacionalidad hay que sumarse la precariedad lo que tienen un impacto legible en la forma de hacer ciudad en nuestro Copiapó.
Hay un correlato en los procesos urbanos y los económicos, si lo llevamos a relacionarlo observamos que no se hace una ciudad para ser vivida sino para ser una estación transitoria de trabajo para las poblaciones flotantes que son atraídas por las oportunidades ofrecidas por el sector productivo, y por otro lado a las inversiones de grandes capitales que aterrizan en la zona no sin una serie de impactos directos e indirectos que ya comentamos en párrafos anteriores y que se inscriben en un modelo de desarrollo económico sin sustentabilidad.
Por todo lo anterior y de forma voluntarista aporto a la pregunta urbana la respuesta: ¡¡¡¡No necesitamos más inversión en la región!!!! Lo que necesitamos y ya es sustentabilidad, y la necesitamos ahora ya!... por lo demás las inversiones que ya están operando tienen proyecciones de vida útil en promedio de 25 años por lo que considerando y ponderando todos los elementos discutidos podemos concluir que no necesitamos más inversión sino la construcción de un nuevo modelo de desarrollo en el que podamos inscribir el proceso de una nueva ciudad, una nueva forma de hacer ciudad, una ciudad para ser vivida y una ciudad para hoy y para mañana.